POR: Notimex

Un especialista mexicano construyó una prensa semiautomática que mejorará la producción de pirotecnia

Coacalco – Un especialista del Tecnológico de Estudios Superiores de Coacalco (TESCo) construyó una prensa semiautomática que mejorará la producción de fuegos artificiales, ya que sus mecanismos se activan por medio de aire, no de electricidad, minimizando el riesgo de accidentes por el manejo de pólvora.

Alejandro Luna, coordinador de la Maestría de Ciencias en Ingeniería Industrial del TESCo, y creador de este prototipo, explicó que actualmente se desarrolla el proceso para patentar esta máquina, con apoyo del Centro de Asistencia Técnica a la Innovación (CEATI), del Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología (Comecyt), el cual reintegra el costo del trámite por la solicitud de patente.

Indicó que la elaboración de fuegos artificiales es esencialmente artesanal. Los productores aún recurren a vasos pequeños para colocar una mezcla de pólvora y otros elementos, humedecidos con diesel, thinner o gasolina, para forjar explosivos en forma de discos que se utilizan en la elaboración de espectáculos feriales.

Puntualizó que esta máquina requiere de cierta habilidad del operador, y permite elaborar 300 tejos por hora.

Por estar específicamente diseñada con este propósito, la prensa genera piezas uniformes con la cantidad de pólvora precisa, reduciendo la posibilidad de que el fuego artificial estalle antes de lo programado, o dentro del mortero del que son lanzados, minimizando el riesgo de accidentes.

El creador señaló que la máquina ya está siendo evaluada actualmente en el Instituto Mexiquense de la Pirotecnia y ha sido presentada en distintos polvorines, “de hecho muchos fabricantes han manifestado su interés por adquirir este equipo, que podría alcanzar un costo comercial cercano a los 35 mil pesos.

Respecto al proceso para obtener la patente, el proyecto aprobó un examen que consistió en presentar la documentación solicitada por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI); y resta que pase una evaluación de fondo, cuya duración puede ser hasta de cuatro años y analizará al artefacto, para determinar si verdaderamente es una innovación en relación con otros dispositivos existentes.